La novela clásica de Ivo Andric, Premio Nobel de 1961, El puente sobre el río Drina, relata tres siglos de intolerancia, odio y deseo de total aniquilamiento. A casi diez años de que otro puente emblemático, el antiguo puente de la ciudad de Mostar fuera reconstruido después de haber sido destruido durante la guerra de los Balcanes, en 1993, su preservación actual es a la vez salvaguarda de un tesoro cuatro veces centenario y declaración de que la paz es siempre posible. Por eso la belleza del puente de Mostar es grave y ligera, elocuente y asombrosa.
Por Alberto Ruy-Sánchez